
Cuando los arqueólogos comenzaron en 2006 a excavar en el lugar donde se ubica el Castillo de Amaiur (Maya en castellano), en el valle navarro del Baztan, no sabían del alcance del tesoro que se escondía bajo la tierra de este paraje espectacular. Pero con el tiempo, el trabajo dirigido por la Sociedad de Ciencias Aranzadi ha dejado ya al descubierto buena parte de los restos, por lo que ahora se hace más fácil adivinar la angustia y la valentía de los últimos defensores del Reino de Navarra frente al ataque de las tropas de Carlos I. No fueron menos de 7.000 hombres los que tomaron parte en el asedio bajo las órdenes del virrey castellano Conde de Miranda. En su interior, unos 200 hombres opusieron una heroica resistencia. Se inició el ataque el 15 de julio de 1522 y la rendición llegaba siete días después ante la imposibilidad de alargar la lucha frente al elevado número de soldados, los proyectiles de los cañones y la falta de auxilio en el exterior.
1522, año histórico
La historia de Amaiur hinca sus raíces, al parecer, sobre un asentamiento del imperio romano. No será hasta llegado el siglo XII cuando se constata con mayor certeza su importancia como punto de control del paso entre ambos lados del Pirineo. Pero es justo la referencia al 1522 y a la gesta de la resistencia cuando adquiere el renombre que hoy le adorna, más allá de haber sido derruido y sepultado por los conquistadores con el objeto de evitar nuevos levantamientos y, sobre todo, hacerlo desaparecer del mapa. El citado virrey lo dijo claro “de manera que no quede piedra sobre piedra”. La memoria, sin embargo, latía bajo esas tierras, y hoy las viejas piedras, de nuevo en la superficie, constituyen el libro palpable de la gesta y del recuerdo vivo a la independencia navarra.
Tras su destrucción el 15 de agosto de 1522, los restos de las estructuras del Castillo se utilizaron en el siglo XVII como baluarte defensivo, aunque desaparecería por completo a principios del siglo XIX tras el saqueo de las tropas republicanas francesas. En el año 1922, cuarto centenario del fin de la conquista de los castellanos, se erigió un gran obelisco del arquitecto Serapio Esparza en la parte superior del alto y sobre los restos entonces ocultos. Nueve años después, los enemigos de la historia navarra lo volaron. La dictadura franquista impidió la recuperación de este símbolo de la libertad de Navarra y no fue hasta 1982 cuando, otra vez, se hacía visible el enclave al reconstruirse el monolito. Cerca de su base, y bajo el escudo de Navarra, se puede leer: “Napar askatasunaren alde Amayurko echarrian borroka egin zuten gizonai, betiko argia 1522” (A los hombres que en el castillo de Amaiur pelearon en pro de la independencia de Navarra, luz perpetua).
¿Por qué es importante Amaiur?
Cualquiera que desee conocer la historia de Navarra debe hacer una visita al lugar. El Castillo de Amaiur fue, simbólicamente, el último bastión del Reino de Navarra para evitar la victoria militar de los castellanos. En el interior de las murallas se recluyó ese puñado de hombres bajo el mando del alcalde, Jaime Vélaz de Medrano. Todos ellos, además, eran jóvenes. Entre los defensores se encontraban personalidades ilustres: se nombra a Luis, el hijo del alcalde; Miguel, señor de Xabier y hermano del que sería canonizado como San Francisco Javier; Luis y Víctor de Mauleón; Juan de Azpilkueta, señor de Sada, y Fernando de Azcona, señor de Echarren. El alcalde y su hijo, tras el fin de las hostilidades, fueron encerrados en la iglesia-fortaleza de San Nicolás (Pamplona) bajo el control del virrey Conde de Miranda. Ambos perecieron envenenados en las celdas cuando eran vigilados por los guardias personales del virrey, una circunstancia que deja pocas sospechas sobre la identidad de los verdugos.
Tras el final de este postrero intento de evitar la conquista, solo quedó a los defensores del Reino la plaza de Hondarribia, finalmente tomada también en 1524 por los castellanos, con lo que se completó su dominio militar sobre las tierras navarras, que por aquel entonces se extendían hasta el mar, incluyendo lo que hoy se conoce como Comunidad Autónoma Vasca.
¿Qué podemos ver?
Las campañas de arqueología han dibujado ya con bastante aproximación el perímetro del Castillo, han ubicado la torre del homenaje y puesto al descubierto el aljibe o las diferentes murallas levantadas a lo largo de los siglos. Es interesante, además, comprobar que se construyó sobre una base de grandes rocas.
Desde el Castillo, situado en un altozano, se divisa una parte notable del valle del Baztan, motivo por el que tuvo tanta importancia estratégica en la historia de Navarra y en las luchas entre los reinos.
Al pie de la colina, se colocó en 2007 un monolito, el Monumento al Resistente Desconocido, ideado por el escultor Pello Iraizoz. Tiene la siguiente inscripción «Pro libertate patria, gens libera state», que es el lema de las juntas de infantes, labradores libres, hidalgos y bajo clero cuando trataban de poner freno a la tiranía de los reyes.
Después de saber estos detalles, no parece difícil aconsejar una visita a este lugar para entender la historia de Navarra desde una óptica más abierta que la ofrecida por historiadores complacidos con la descripción oficial de los conquistadores.