
El Maestrazgo es una extensa, histórica y poco poblada comarca natural que abarca tanto parajes de Castellón (interior) como de Teruel, donde se ubican poco más de medio centenar de recoletos asentamientos poblacionales. Adentrarse en estas agrestes tierras supone todo un descubrimiento.
Iniciado ya el verano hemos dado un paseo, corto pero muy gratificante, por el Maestrazgo, desde la sorprendente y elevada villa castellonense de Morella, privilegiada atalaya, hasta Cantavieja, ya en tierras turolenses.
Es este periplo nos ha sorprendido el valioso patrimonio histórico-monumental de buena parte de los pueblos “de postal” visitados, de aspecto medieval y muchos de ellos fortificados; nos han llamado la atención paisajes impresionantes y, también, una contundente oferta gastronómica basada en el jamón y el ternasco. De la misma forman parte los hongos, entre los que sobresale la trufa negra, y variedad de setas, aunque habrá que esperar al tiempo de otoño para poder degustar estos manjares.
Por los territorios del Gran Maestre
El nombre de Maestrazgo deriva del término maestre, ya que estos territorios se encontraban bajo la jurisdicción del Gran Maestre de la órdenes militares del Temple, San Juan y Montesa. En 1838, durante las Guerras Carlistas, se constituyó la Comandancia General del Maestrazgo, como distrito militar.
Antes de subir a Morella hicimos una parada en San Mateo, donde se celebraba un atractivo mercado medieval. Aquí catamos un excelente aceite varietal obtenido de farga milenaria, y ciertamente singular porque procede de olivos que plantaron los fenicios, según nos aseguraron.
En la ruta hacia Teruel capital, en un recorrido que no llegó a los doscientos kilómetros, hay numerosos pueblos de visita asimismo sugerida, entre ellos Mirambel, una villa fortificada y cargada de historia, a novecientos metros sobre el nivel del mar y que ostenta el Premio Europa Nostra. Merece la pena hacer una parada en La Iglesuela del Cid, Alcorisa, Villarroya de los Pinares, Molinos, Villarluengo o Cantavieja.
Para desplazarse hay que atravesar por una abrupta orografía, por carreteras estrechas pero en buen estado, con subidas y bajadas constantes, salvando puertos de montaña, valles feraces y escabrosos barrancos. Un territorio con una inmensa masa forestal en la que sobresalen los pinares, encinas y robles, salpicado de masías dispersas en las que se asientan explotaciones agrícolas, con cereal, olivos, almendros y viñedos, así como granjas de vacuno y porcino.
Mora, “puerta” de acceso al Maestrazgo
Una de las “puertas” de acceso al Maestrazgo e, igualmente, a las pistas de esquí de Valdelinares y Javalambre, es, sin duda, el municipio turolense de Mora de Rubielos, a unos 42 kilómetros de Teruel capital y que se aproxima a los 1.700 habitantes. Es la cabecera y capital administrativa de la comarca Gúdar-Javalambre, está a orillas del río Mora y a 1.035 metros de altitud.
Esta villa está declarada conjunto histórico-artístico. Entre sus monumentos sobresalen la excolegiata de Santa María, de estilo gótico, y el castillo-palacio. Son famosos los festivales que se celebran aquí durante el verano.
Como referencia de alojamiento en Mora podemos citar el hotel del Grupo Gargallo, que aporta seis establecimientos en Teruel (www.gargallo-hotels.com). Los clientes tienen la ventaja de poder participar en rutas programadas por los lugares más interesantes de la zona, como la capital y sus joyas mudéjares. Pueden visitar incluso un secadero de jamones en Alcorisa y una piscifactoría truchera en Villarluengo, así como disfrutar de jornadas micológicas en el propio hotel, con especial acento en lo gastronómico, por supuesto.
En fase de finalización de este reportaje se nos anuncia desde el Patronato Provincial de Turismo de Teruel el lanzamiento de un interesante material informativo, que recomendamos y que se puede consultar a través de la “web” de este organismo (www.teruelversionoriginal.es).